El comercio, el turismo, las migraciones e incluso el final de la Guerra Fría influyeron en la expansión del sida por todo Occidente, según un estudio de la Sociedad Europea para la Investigación Traslacional Antiviral.
La caída del telón de acero contribuyó a la mezcla de las cepas del virus del VIH de Europa del Este y Europa Occidental, separadas hasta los años 90. “No podemos probar la causa-efecto pero Europa del Este se mantiene bastante aislada de la epidemia hasta que cae el muro de Berlín”, comenta Roger Paredes, coautor del trabajo e investigador del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa.
Polonia y la República Checa son los países orientales que han estado más conectados con Europa, según los resultados. Los investigadores sospechan que se debe a la situación central de la República Checa en el continente y a que Polonia fue el primer país en abandonar el bloque comunista.
El estudio dibuja el recorrido del virus del VIH por Occidente durante la segunda mitad del siglo XX. Los autores concluyen que la expansión del subtipo B del VIH-1, la cepa más abundante en Europa, Australia y América, refleja los principales acontecimientos geopolíticos del último medio siglo.
España, junto con Portugal y Alemania, son los países con más intercambios del virus con otras regiones. Los científicos creen que probablemente se deba al turismo y al alto número de infecciones entre sus poblaciones.
El trabajo también concluye que Reino Unido, Francia y Suiza son los países que intercambiaron cepas virales más a menudo con zonas no europeas que con europeas. Los autores lo asocian a los movimientos de población derivados del comercio internacional y su pasado colonial.
El VIH se mueve a escala global más allá de las fronteras y se transmite más donde hay más intercambio de personas. “Nosotros no seguimos personas sino virus”, aclara sobre la investigación y los contagios, la mayoría bidireccionales.
Los primeros casos de sida se describieron en 1981 en los Estados Unidos y el virus –sin nombrarlo todavía VIH– se identificó dos años más tarde en el Instituto Pasteur de París (Francia)al mismo tiempo que en los Laboratorios de Merck Sharp & Dhome, de New Jersey.
Al igual que Pasteur, MSD trabajaba en la fabricación de una vacuna contra la hepatitis B a partir de sangre de enfermos que principalmente estaban en cárceles de Estados Unidos y en donantes de sangre en Senegal, a cambio de una compensación, a veces en forma de tabaco.
Hasta ahora se sabía que el virus llegó al norte de América desde África a través Haití. Hace un par de años se confirmó el origen del virus VIH-1 que se sitúa en Kinshasa, la actual capital de la República Democrática del Congo, a principios de los años 20 del siglo pasado por un salto de especies: de simios a humanos.
Los científicos han analizado 9.000 genomas de cepas del VIH-1 subtipo B de 78 países
El nuevo estudio describe cómo este virus cruzó el Atlántico y se diseminó por el viejo continente. Los científicos le han seguido la pista a 9.000 genomas de cepas del VIH-1 subtipo B provenientes de 78 países para mapear su expansión durante el último medio siglo y observar los patrones de propagación.
“Hemos construido el árbol evolutivo del virus a partir del material genético de muestras de VIH identificadas por fecha y posición geográfica”, señala Paredes, que desde IrsiCaixa han aportado las secuencias españolas.
Como experiencia personal, mientras desempeñaba una asesoría como consultant de MSD en su sede de New Jersey cuando preparaban la compra de los Laboratorios de Abelló me llamó la atención que algunas personas denominaban al siniestro cuadro de síntomas como “el síndrome de las Tres Haches”, se referían a las vías y espacios más importantes en la investigación: Hemoderivados, Heroinómanos, Homosexuales y Haitianos. Con el tiempo se convino en calificar como SIDA, al síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
José Carlos García Fajardo
Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).