Saturday, 18 May 2024
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México, México | AFP | por Natalia Cano

Abigail Cruz espera que un mensaje escrito a mano en una hoja de cuaderno reconforte y anime a su esposo Tomás, internado en un hospital de Ciudad de México tras agravarse sus síntomas de coronavirus.

"Tomi: Te quiero y te amo (...) Hasta ahora nos damos cuenta de cuánto nos haces falta. Te espero conmigo", dice la nota que también firman sus hijos, Hugo y Alfonso.

Para Abigail, comerciante de 50 años, y muchas familias mexicanas, estos manuscritos son el único canal de comunicación con sus parientes hospitalizados, a quienes les prohíben visitar para evitar más contagios.

Los enfermos, por lo demás, deben renunciar a los teléfonos mientras luchan por sus vidas.

"Nunca imaginamos que se enfermara de esto. Él no quería internarse, pero lo convencimos porque ya no podía respirar. Le escribí esto porque ha sido un gran padre y esposo", relató la mujer a la AFP, con voz entrecortada, a las puertas del Hospital de Infectología de la Raza.

Las historias de dolor e incertidumbre que viven las familias afuera de ese centro médico, en el norte de la capital, se multiplican conforme avanza la epidemia.

A diario entregan al personal médico bolsas plásticas con productos de higiene personal y cartas para sus seres queridos.

Promediando el día, unas 50 personas arriban al hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para dejar los insumos junto con sus declaraciones de afecto. Todos portan cubrebocas, pero el espacio reducido no les permite mantener la distancia recomendada.

Muchos recorren largos tramos desde diferentes puntos de la ciudad, sorteando la falta de transporte público por la emergencia sanitaria, e incluso presentando ellos mismos síntomas del virus.

"Te esperamos en casa"

Francisco Díaz, chofer de autobús, recibió su segundo trasplante de riñón hace seis meses, lo que lo hace más vulnerable ante un posible contagio. Pero la preocupación de saber cómo está su esposa es más fuerte y se arriesga a llevarle un mensaje al hospital, donde el peligro crece.

"Norma Angélica Solís. Cama 35. Te queremos un chingo (mucho) y te extrañamos todos. Te esperamos en casa", reza la nota escrita por este hombre de 51 años, e introducida en una bolsa con rollos de papel higiénico.

Hasta el sábado, México registraba 22.088 casos confirmados y 2.061 defunciones por COVID-19, según el gobierno.

Las autoridades mexicanas elevaron el 21 de abril el nivel de alerta ante un aumento acelerado de los contagios, lo que hace temer una saturación del sistema hospitalario. Y estiman que el pico de la epidemia se produzca el 6 de mayo.

Esperando un milagro

En la era de la mensajería instantánea, Marco Antonio Olivares, de 25 años, muestra una carta impresa con mensajes de WhatsApp que él y dos hermanos envían a su padre, internado desde el martes pasado con síntomas de COVID-19.

"Hola pa, ¿cómo estás? Todos estamos esperando tu recuperación, pero ¿sabes? Lo que más están haciendo todos es orar por ti. Esperando en Dios", se lee en el texto con pasajes bíblicos y palabras de aliento.

"Estamos en espera de un milagro", dice Olivares, que vive en Ciudad Nezahualcóyotl, municipio vecino de la capital.

Al lugar también llega sin falta Verónica Hurtado, ama de casa de 35 años, a cuyo hijo le diagnosticaron infección pulmonar hace 15 días. Sin embargo, al presentar síntomas de coronavirus, los médicos ordenaron que permaneciera internado.

En la carta "le digo que lo quiero mucho, que lo estamos esperando afuera, que tenga paciencia. Yo le digo que Dios está con él", cuenta Hurtado sumida en la tristeza.

Por el riesgo de propagación del virus, estas notas no son respondidas. Las familias se quedan con la esperanza de que adentro, mientras se debaten entre la vida y la muerte, los suyos encuentren fuerza en esas palabras para curarse.

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