Pasaron casi tres años del inicio de la pandemia en Uruguay. Fueron muchos meses de una vida parecida a una película, traumática y con algunas libertades individuales restringidas.
Sobre todo los mayores, hasta recibir la vacuna, optaron por el encierro mientras los más jóvenes se trasladaban, trabajaban o estudiaban con tapabocas. El resto de esta historia todos la conocen, pero hubo quienes en el ámbito de la salud pasaron los peores momentos de estrés. Uno de estos casos fue el del director departamental del MSP en Canelones, Diego García.
Actualmente ya no desempeña ese cargo, pero nos pareció interesante entrevistarlo. Amablemente accedió a contestar nuestras preguntas. Sobre qué lo decidió a aceptar el máximo cargo del MSP en Canelones, en plena pandemia nos respondió: “Debemos situarnos en ese momento. A nivel internacional podíamos ver como debían decidir en quien usar un respirador y en quien no, quien iba a un CTI y quién no.
Nuestro país estaba en una Emergencia Sanitaria. Canelones estaba inmerso en una estrategia que no cubría las necesidades de vacunación, estaban los casos en aumento, las internaciones, los fallecidos.
En el ambiente había incertidumbre, desazón, angustia, miedo, y no se veía la salida.
Teníamos el peor índice de vacunación del país.
La propuesta me encontró trabajando en consultorio, viendo casos en domicilio, participando en el Comité de Emergencia y con una visión de la situación de los trabajadores de la salud, ya que integraba el ejecutivo de la Federación Médica del Interior(FEMI)
El ministro Salinas me conoce desde que soy estudiante, conoce mi manera de actuar.
Fue claro al expresar lo que quería, que vacunáramos, que articulara políticamente y un estilo de liderazgo fuerte.
No lo dudé, renuncié a mi cargo en el ejecutivo de FEMI, pedí licencia laboral sin goce de sueldo y me entregué a intentar cambiar la realidad que estábamos viviendo. Lo sentí como un compromiso ineludible. Tenía que poner mi granito para con nuestra gente”, subrayó.
García continuó su relato de aquellos difíciles momentos. “Asumimos un miércoles de Carnaval a las 15 horas… imagínese.
A los 30 minutos de asumir me dicen 'Vacunatorio del Centro Auxiliar de la Costa mañana no tiene vacunadores en un turno, hay 470 personas agendadas'... la vimos fea, recién caído y a apagar incendios”, señala.
“Nos presentamos con los prestadores y articulamos en esa oportunidad con el Círculo Católico y Mucam; salió todo adelante”.
Volviendo a la pregunta, García remarca que “estamos en un departamento 23 veces más grande que Montevideo en territorio, la mitad de la población de la capital 600.000, con una dispersión geográfica enorme. En cada pago hay un paisano en Canelones, sumado a carencias de transporte interno en algunas zonas”.
Agrega que “el contexto de vacunas era: cinco vacunatorios, gente en espera de vacunas, residenciales sin vacunar, comunidades cerradas sin vacunar, porque las primeras vacunas venían de a miles.
El estrepitoso ascenso de los casos, brotes epidemiológicos, residenciales, empresas, familiares, etc.
Debíamos generar vacunatorios urgente, recorrer el territorio, generar confianza, dar señales rápido, claras y contundentes”.
“El tema es que nadie en nuestra departamental sabía como armar un vacunatorio, con quien pedir los permisos, que llevaba cada uno, como era el acopio.
En 48 horas ya habíamos confeccionado una lista de requerimientos, consolidamos posteriormente el proceso de apertura, hablamos con toda la escala jerárquica de la CHLAEP. Créame que aprendimos todos”.
Horizontalizamos la gestión. Cada funcionario pasó a ser la memoria institucional. A cada uno de ellos le debo mucho, Canelones les debe mucho”.
García nos explicó que “parte de nuestra estrategia fue trabajar directamente con los prestadores privados y ASSE.
Usamos la estrategia por ejes de ruta, sumado a centros de acopio grandes (donde estaba la vacuna).
Para nosotros era imperioso abrir Santa Lucía, San Jacinto, Santa Rosa, Atlántida y Barros Blancos.
El Dr. Ortega hoy director de la RAP sabe bien lo que se vivió (sonríe)”.
Añade el ex director que “debimos luchar por vacunas y a la vez tener prontos los vacunatorios habilitados. Así pasamos de 5 a 21 en menos de 60 días, casi un vacunatorio cada 4 días.
En mayo, la cola de espera era de 98.738 personas agendadas, pero sin fecha de vacunar, cuando vino el gran contingente de vacunas, ya estaban los vacunatorios y se terminó el tema.
Debo mencionar que vacunamos todos los residenciales, una jornada terminamos el último residencial pasada la medianoche.
Cada salida era, con equipo vacunador, ambulancia de apoyo y guardia policial. Créame que esto era un enorme desafío”, nos dijo.
García manifiesta que “al terminar nuestra gestión, podemos decir que dimos más de 1.3 millones de vacunas en Canelones. Por suerte la gente acompañó, ayudó, apoyó y comprendió”.
Destacó el compromiso de “cada prestador privado, cada emergencia móvil, y por sobre todo de los trabajadores de la salud, pasando por absolutamente todas las funciones que existen. Ellos fueron los héroes anónimos que trabajaron arduamente.
No puedo dejar de mencionar, el trabajo de cada referente de la Comisión Honoraria de Lucha Antituberculosa y enfermedades prevalentes. (CHLAEP). Los cuatro referentes que tiene Canelones, fueron bastiones en esta campaña.
Debemos también mencionar a la Intendencia Municipal, el apoyo grupos de distintos profesionales que se organizaron para brindar apoyo desde logístico hasta vacunadores, organizaciones sociales, sociedad civil organizada, clubes de fútbol, sociedades rurales, CECOED, alcaldías, etc”.
“Al final de la película, lo que vivieron muchas partes del mundo, no llegó porque vacunamos bien, todo el país salió adelante. Juntos salimos adelante”, remarcó.
“Uno siempre se cuestiona por qué toma diferentes opciones en la vida, pero creo que mis decisiones anteriores iban en consonancia de este pasaje por la dirección.
Como médico me formé en base a una vocación de servicio, y en el momento que me necesitó el país y mi departamento pude brindarme de cuerpo, mente y alma a la gente”, reflexionó.
“Como concepto final, considero que dejamos una departamental mejor que la que recibimos. Posicionada en territorio, con una impronta de articulación y liderazgo, y así debe ser el resultado independientemente de quien esté en su cargo, valorando que ese es el verdadero concepto de una correcta gestión, buscando siempre la efectividad y trabajar en base a la interinstitucionalidad como política de Estado”.
Al finalizar, nos confesó García que está “orgulloso de cada funcionario, el cual se ha comprometido a mejorar la calidad de salud de nuestro departamento.
Creí y trabajé en una departamental de puertas abiertas, insertada en la comunidad, teniendo como premisa una gestión en territorio y no solo de escritorio”.