Nizhni Nóvgorod, Rusia | AFP | por Giovanna Fleitas

Óscar Tabárez llega a su cuarto Mundial veterano y sin renegar de la neuropatía que amenaza su movilidad, pero consciente de que sus debilidades físicas se esfuman cuando dirige a un equipo uruguayo que transforma en ley la voz de su líder.

Las dificultades que experimenta para caminar visibilizan su dolencia, pero su actitud evita generar un drama. Los futbolistas y el entorno celeste saben que el silencio es la mejor manera de apoyar al hombre que devolvió al campeón del mundo en 1930 y 1950 a la élite tras décadas de oscuridad.

"Cuando el ‘Maestro’ habla no vuela una mosca", lanzó el lunes uno de los periodistas uruguayos que siguen el andar del equipo en Rusia, mientras Luis Suárez y compañía arrancaban su primer entrenamiento en el complejo Borsky, ubicado a unos 20 kilómetros de Nizhni Nóvgorod.

Al costado del campo, el entrenador más longevo del Mundial de Rusia –con 71 años- seguía de pie, apoyado en su bastón, cada detalle del movimiento. Antes del inicio de la práctica había recorrido sin mayor dificultad el trayecto de más de una cuadra que divide el campo del edificio que alberga al equipo.

Buenas señales que dejan atrás los días en que el entrenador se valió de una especie de silla de ruedas electrónica para moverse dentro de los estadios.

Enfermedad crónica

"Está neuropatía me causa este problema motriz, sobre todo en la marcha (…) Como es una enfermedad crónica a veces está un poquito mejor y a veces hay ciertas oscilaciones", comentó el entrenador a mediados de 2016 a Canal 10 de Uruguay.

La neuropatía que sufre afecta los nervios, principalmente en piernas y brazos.

Durante la Copa América Centenario disputada en Estados Unidos en 2016, Tabárez encendió las alarmas utilizando ayuda para movilizarse, pero en ningún momento sugirió siquiera que sus problemas de salud lo alejarían del equipo con el que ya suma 180 partidos, récord para un seleccionador.

"Le pongo todo con la fisioterapia, con los médicos y los tratamientos porque no estoy pensando en irme", aseveró Tabárez.

La ecuación es clara: "si llegara algún momento en el que viera algún signo de que los futbolistas no me siguen o algo por el estilo, ahí me lo podría plantear, pero no ha ocurrido", agregó el timonel que se niega a que su problema de salud sea tema en el entorno de la selección.

Los referentes del equipo charrúa, Luis Suárez, Edinson Cavani y Diego Godín, respaldan a cada paso al entrenador y lo consideran "intocable". Con él guiando a Uruguay crecieron hasta transformarse en estrellas del mundo fútbol.

"El plantel sabe que el Maestro no tiene por qué pegar un grito para decirte lo que tenés que hacer", confesó Suárez a un programa de la televisión uruguaya que homenajeó al director técnico que debutó en un Mundial con Uruguay en Italia 1990.

Volvió para clasificar al equipo a Sudafrica-2010 y allí acarició la gloria con un cuarto puesto y en Brasil – con escándalo por mordida de Suárez de por medio- sucumbió ante Colombia en octavos.

Prueba de fuego

Rusia será una nueva prueba para el hombre que dejó la enseñanza pública para dirigir a Peñarol y Milan, entre otros equipos, ya que Uruguay tendrá que recorrer más de 6.000 kilómetros para disputar sus tres partidos del Grupo A ante Egipto, Arabia Saudí y Rusia.

Y la maratón comenzó una semana atrás cuando en un vuelo chárter el equipo charrúa completó un viaje de casi 17 horas para llegar a Nizhni Nóvgorod.

Un ataque endiablado con Suárez y Cavani en su pico de rendimiento junto a una defensa de hierro y un mediocampo que respira renovación parecen ser suficiente para que Tabárez sonría en este Mundial y tal vez en Qatar-2022.