Brasilia, Brasil | AFP | por Natalia Ramos y Damian Wroclavsky
Los diputados brasileños votaron el domingo 18 por el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff, heredera de Lula da Silva, y dejaron al borde del precipicio a la experiencia más emblemática del ciclo de gobiernos de izquierda en América Latina.
"Los golpistas vencieron aquí en la Cámara", pero "esta derrota provisoria no significa que terminó la guerra", dijo a periodistas el líder de la bancada oficialista en la Cámara, José Guimaraes, cuando los partidarios del impeachment llevaban una ventaja de más de 200 votos.
La moción de impeachmeent necesitaba la aprobación de 342 diputados de un total de 513 (dos tercios), pero superó ese número.
La apertura de un juicio político de la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT) debe ser ratificada aún por el Senado.
En ese caso, asumiría el poder el vicepresidente Michel Temer, inicialmente por un periodo máximo de seis meses, pero completaría el mandato hasta 2018 si los senadores declarasen finalmente culpable a Rousseff, acusada de manipulación de las cuentas públicas.
La mandataria niega esas acusaciones, y las atribuye a una conspiración orquestada por Temer y por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, quien a su vez está acusado por corrupción.
¿Fin del "Lulismo"?
En Brasilia, los miembros del PT y de movimientos sociales que seguían la votación por pantallas gigantes se retiraban abatidos, sin esperar ya un cambio de tendencia. "Sabemos que se puso difícil", dijo Ronaldo Pinto, un profesor de historia.
Del otro lado del muro de un km tendido a lo largo de la explanada de los ministerios, los partidarios del impeachment celebraban cada "sí" con fritos, aplausos, vuvuzelas y tambores.
En Sao Paulo, sobre la avenida Paulista, donde estaba reunida la oposición, los votos por el impeachment se festejaban como si fueran goles, con bocinazos, saltos y banderas al aire.
El voto del domingo 18 podría mostrar la puerta de salida al "lulismo", del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), figura emblemática del hoy maltrecho ciclo de gobiernos de izquierda en la región.
"Para combatir el proyecto de poder y corrupción de Lula y el PT ( ), voto sí por el impeachment", dijo al anunciar su voto el diputado Luiz Heinze, del PP, un partido que hasta la semana pasada era aliado del PT.
La crisis política brasileña es observada con preocupación por el resto del mundo, a menos de cuatro meses de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Rio.
El día después
Tanto Temer como Rousseff proponen un "pacto" nacional para apaciguar al país y sacarlo de la recesión, pero el camino se anuncia espinoso.
"Independientemente del resultado del domingo, la crisis va a continuar, e incluso se agravará, porque el lado perdedor va a utilizar todos los instrumentos para boicotear a los ganadores. En cualquier caso, Brasil amanecerá peor mañana (lunes 19)", dijo a la AFP el analista político André César.
Los mercados apostaron claramente por Temer, en tanto que los sectores sociales que se beneficiaron de las políticas de distribución de los años Lula temen una reversión de políticas.
"El pacto de Temer será con los movimientos más conservadores, que ya se posicionaron a su lado", señala César.
Pero Lula, Rousseff y el PT no están dispuestos a dar el brazo a torcer tan fácilmente.
"No nos vamos a dejar abatir por esta derrota momentánea. La guerra será prolongada", advirtió Guimaraes.
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