La lava del volcán Cumbre Vieja en la isla española de La Palma (archipiélago de Canarias, suroeste) perdió velocidad este miércoles pero avanzaba sin freno, multiplicando los estragos a su paso ante la impotencia de los vecinos.
La lava "se ha ralentizado pero sigue su camino inexorable", advirtió en conferencia de prensa Ángel Víctor Torres, presidente regional de las Islas Canarias, aconsejando a los vecinos no intentar nada contra ella y evitar maniobras que les pongan en peligro.
"Ante el avance de la lava, que tiene bastante altura, no se puede hacer nada", admitió. "Ni una barricada, ni una zanja, ni un parapeto paran de ninguna manera el avance de la lava. Ojalá así fuera, pero no lo es, es imposible".
La erupción, que se inició el domingo, arrasó ya 154 hectáreas y destruyó 320 edificaciones, informó el miércoles el sistema de medición geoespacial europeo Copernicus, en un incremento notable respecto a sus datos anteriores.
La llegada de la lava al mar despierta temor por las reacciones que provoca, y se había dado por descontada. Sin embargo, ya no es segura porque el descenso del magma ha ido perdiendo velocidad.
"Las coladas avanzan muy lentamente, 12 metros han avanzado en 12 horas", indicó el presidente regional.
Según los últimos datos del gobierno canario, estas ardientes columnas grises y naranjas se desplazan ahora a cuatro metros por hora, engullendo la vegetación y las construcciones que encuentran a su paso.
Las cenizas volcánicas en suspensión bloquean, además, la luz solar y reducen la visibilidad en la zona, por lo que los servicios de emergencia pidieron a la población de esta isla atlántica de unos 85.000 habitantes que limiten sus desplazamientos.
La erupción del Cumbre Vieja ha provocado ya la evacuación de 6.100 personas, entre ellas 400 turistas. Sin saber si podrán regresar algún día, muchos vecinos se vieron obligados a abandonar sus casas en el espacio a veces de unos minutos.
No se han producido víctimas.
¿Llegará al mar?
La evolución de la primera erupción que registra La Palma desde 1971 es, sin embargo, todavía muy incierta.
No hay "ahora mismo ninguna seguridad de que el avance va a culminar en el mar", sentenció Miguel Ángel Morcuende, director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), en rueda de prensa.
El Cumbre Vieja "sigue soltando lava, la colada sigue avanzando lentamente, como corresponde a un aumento claro de viscosidad y sobre todo al relleno de determinados hoyos naturales que tiene el terreno, estamos hablando de una hondonada", indicó.
La llegada de la lava al mar se teme particularmente porque puede generar explosiones, olas de agua hirviendo o incluso nubes tóxicas, según la página del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
"Estamos en una minizona de estabilidad ahora, que no sabemos cuánto se va a prolongar, porque ya nos avisan de nuevos episodios explosivos", estimó Morcuende.
Lo que está haciendo la colada de lava ahora "es ganar altura. Hay zonas en las que ya tiene 15 metros de espesor", explicó a la AFP el portavoz del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) David Calvo.
La erupción podría durar "entre los 24 y 84 días, con una media geométrica del orden de los 55 días", estimó el Instituto.
'Angustia y dolor'
El Cumbre Vieja emitió el martes entre 6.100 y 11.500 toneladas de dióxido de azufre. La nube, que se acerca a las costas de Marruecos y la península ibérica, debería subir después hacia las Islas Baleares y el sur de Francia, según las proyecciones del programa Copernicus.
Su expansión podría cubrir incluso el Mediterráneo occidental y parte del Magreb, pero sin riesgos para la población, de acuerdo a los expertos.
El rey Felipe VI visitará La Palma el jueves, mientras que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que se encuentra en Nueva York para asistir a la Asamblea General de la ONU, tiene previsto regresar a España inmediatamente después de su intervención para acompañar al soberano durante esa visita.
"Están siendo días realmente duros", escribió en Twitter el presidente del cabildo de La Palma, Mariano Hernández Zapata. "Escuchar a los que lo han perdido todo, y a los que saben que lo van a perder es frustrante", añadió.
Por su parte, el presidente canario narró que "lo que se vive en La Palma es angustia y dolor", angustia de los que temen perder todo, dolor de los que lo perdieron ya.
Los Llanos de Aridane, España | AFP | por Alberto García y Dèsirée Martín