La justicia argentina condenó este jueves al empresario Alejandro Manuel Rosario Leguizamón, de 55 años, a 50 años de cárcel por el abuso sexual de cuatro de sus hijas, informó el tribunal que lo juzgó.
La condena fue dictada por unanimidad por el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Morón (periferia oeste), en una audiencia a la que no acudió el acusado.
Apenas se leyó el veredicto, las víctimas se abrazaron y rompieron en llanto.
Dueño de una fábrica de membranas, Leguizamón fue condenado por los delitos de abuso sexual, abuso sexual gravemente ultrajante para la víctima, abuso sexual con acceso carnal reiterado, con agravantes como haber sido cometidos por un familiar en el mismo hogar, por violencia, amenazas y tenencia ilegal de armas de guerra.
Los delitos se cometieron en la casa familiar de la localidad de Castelar, en las afueras de Buenos Aires, donde Leguizamón vivía con su esposa y 11 hijos.
Cuatro de sus hijas lo denunciaron el 16 de abril de 2016, pero el imputado se mantuvo prófugo hasta 2019, cuando finalmente fue detenido y trasladado a una cárcel en espera del juicio, que se inició el 6 de septiembre pasado.
Las víctimas -Romina, actualmente de 32 años, Soledad (30), Carolina (29) y Evangelina (27)- lloraron juntas en medio de aplausos de sus allegados.
"Desde que tengo uso de razón fui abusada muchas veces, lo denuncié porque ya era demasiado el acoso. Me costó mucho tiempo tomar esa decisión, pero finalmente lo hice tras hablar con mis hermanas", contó Romina, la mayor, al portal Primer Plano.
Relató que en una ocasión su padre le había escrito una carta en la que le proponía que fueran pareja. "Lo mío con vos no es abuso, es incesto. Yo estoy enamorado de vos", fueron las palabras del hombre que la motivaron a denunciarlo.
Según el expediente, las hijas fueron violadas desde que iban al jardín de infantes, mientras que su madre también sufría maltratos y violencia.
Ante el tribunal, Leguizamón negó los cargos y dijo que las acusaciones respondían a un plan de su familia para quedarse con su fábrica.
Fuente: Buenos Aires, Argentina | AFP |