"Escuche a su cerdo", es el mensaje de unos investigadores europeos preocupados por el bienestar animal que han desarrollado una herramienta para descodificar los sentimientos de los gorrinos a través de sus gruñidos.
Repartidos entre Suiza, Dinamarca, Noruega, Francia y República Checa, un grupo de biólogos han estudiado más de 7.000 grabaciones de 411 cerdos, desde los breves ruidos de satisfacción al comer a los chillidos desesperados en el matadero, y los clasificaron en 19 categorías diferentes.
"Demostramos que es posible determinar las emociones de los cerdos según sus vocalizaciones", explica a AFP la responsable del proyecto, Elodie Briefer, de la Universidad de Copenhague.
Su estudio, publicado en la revista Nature, ofrece una nueva pista para mejorar el bienestar animal con una herramienta que permite clasificar las emociones a través del ruido emitido, según la investigadora.
"Utilizamos igualmente un algoritmo de aprendizaje automático (...) que produce un espectograma y se entrena para reconocer los contextos negativos y positivos", añade.
Una vez desarrollado, este nuevo tipo de vigilancia permitirá a los granjeros, que solo disponen de herramientas para conocer el bienestar físico, garantizar la salud mental de su ganado.
"Si el porcentaje de sonidos negativos aumenta, entonces el criador sabe que alguna cosa va probablemente mal y puede ir a examinar a los cerdos", indica la investigadora.
Para el Consejo de Agricultura de Dinamarca, que con 13,2 millones de ejemplares porcinos tiene el récord de Europa de más de 2 cerdos por habitante, las implicaciones del estudio son prometedoras.
"Este concepto (...) podría potencialmente ser una herramienta útil entre otras en el trabajo de vigilancia de la sanidad y del bienestar de los cerdos", estima su portavoz Trine Vig.
"Alcanzamos una precisión del 92% (...) al determinar si la llamada es negativa o positiva, en la clasificación, y 82% en la clasificación del contexto real en el que los sonidos han sido producidos", señala Brieffer.
Según las conclusiones del estudio, los sentimientos positivos se expresan por sonidos cortos, mientras que los negativos son exteriorizados más prolongadamente.
¿Por qué centrarse en el cerdo en vez del ternero o el conejo? Para los autores del estudio, el gorrino, conocido por sus variados gruñidos, era el patrón perfecto.
"Son muy vocales, lo que hace más fácil el estudio (...) Están produciendo ruidos todo el tiempo. Incluso en situaciones de baja intensidad, continúan vocalizando", asegura la universitaria.
Copenhague, Dinamarca | AFP |