Los chilenos rechazaron el domingo en un plebiscito la propuesta de Constitución elaborada por un consejo dominado por la ultraderecha, con lo que seguirán bajo el marco normativo impuesto por la dictadura de Augusto Pinochet.
Escrutado el 99% de las mesas, la opción "en contra" al cambio constitucional se impuso por un 55,75% de los votos, mientras que el "a favor" obtuvo el 44,25%, de acuerdo a los datos oficiales del Servicio Electoral (Servel).
Cuatro años después de que se iniciara el proceso de reforma constitucional, como respuesta a las masivas protestas sociales que estallaron en 2019 y transcurrido dos procesos constitucionales, uno dominado por la izquierda y el otro por la ultraderecha, el país vuelve al punto de origen.
Chile se mantendrá bajo la Constitución que redactó la dictadura de Pinochet, reformada varias veces en democracia.
El presidente Gabriel Boric cerró las puertas a otra constituyente.
"Con esto, durante este mandato, se cierra el proceso constitucional. Las urgencias son otras", afirmó el mandatario izquierdista, en un discurso en el palacio presidencial de La Moneda.
"Nuestro país seguirá con la Constitución vigente, porque luego de dos propuestas constitucionales plebiscitadas, ninguna logró representar ni unir a Chile en su hermosa diversidad", agregó el mandatario, que apoyó la primera propuesta levantada por la izquierda y se mantuvo neutral en el segundo proceso.
En una votación que despertó poco interés, pero en la que hubo 83% de participación al ser voto obligatorio, los resultados apenas fueron celebrados por la ciudadanía.
Un pequeño grupo de manifestantes de ultraderecha contrarios a la nueva propuesta, celebraron con marchas militares frente al palacio de Gobierno la mantención de la Constitución de Pinochet.
Propuesta aún más conservadora
La propuesta rechazada fue elaborada por un consejo dominado por el Partido Republicano, y era todavía más conservador que la Carta Magna heredada de la dictadura.
Entre otros artículos, limitaba el rol del Estado en la economía de mercado y daba pie a revisar el derecho al aborto en tres causales (violación, inviabilidad del feto y riesgo para la madre).
Además, endurecía el trato a los migrantes con la expulsión "en el menor tiempo posible" de quienes estuvieran en situación irregular.
"Fracasamos en el esfuerzo por convencer a los chilenos que esta era una mejor Constitución que la vigente y que era el camino más seguro para terminar con la incertidumbre política, económica y social y cerrar el proceso constitucional", dijo José Antonio Kast, líder del Partido Republicano y excandidato presidencial derrotado por Boric en diciembre de 2021.
"No hay nada que celebrar. Y no solo nosotros no podemos celebrar, sino que el Gobierno y la izquierda tampoco pueden celebrar porque el daño que ha sufrido Chile en los últimos cuatro años es gigantesco y costará muchas décadas repararlo", agregó.
En septiembre de 2022, un 62% de los chilenos reprobraron un proyecto de Constitución elaborado por una Asamblea Constituyente dominada por la izquierda, que proponía un texto con transformaciones profundas con el apoyo del gobierno de Boric.
Otro Chile
La votación de este domingo se realizó sin mayores inconvenientes, pero lejos de la efervescencia con la que se inició el proceso hace cuatro años, por el hartazgo de la población frente a dos instancias en que la clase política no pudo ponerse de acuerdo en un texto de mayoría.
"Hay poco ánimo, ya que es un proceso desgastante", dijo a la AFP Nicolás Mora, un informático de 29 años tras emitir su voto en Santiago.
El aumento de los delitos violentos -que los chilenos asocian a la llegada de migrantes extranjeros, en su mayoritaria venezolanos- y una economía que no despega tras un fuerte ajuste destinado a contener la inflación, concentran ahora la atención de la población.
Cuatro años después de salir a las calles para reclamar mayor justicia social, los habitantes ahora quieren más policías, orden y seguridad.
"Es otro Chile. El país ha cambiado de manera dramática (...) y de cierta forma se ha vuelto un país más latinoamericano. Los chilenos se consideraron siempre como una excepción, un país más europeo y no como sus vecinos, y ahora se parecen un poco más a ellos", dijo Michael Shifter, expresidente del centro de Estudios Diálogo Interamericano y profesor de la Universidad de Georgetown.
Aunque reformada varias veces, el cambio de la Constitución de Pinochet era una vieja aspiración de la izquierda chilena, que apunta a su origen ilegítimo y la escasa protección que establece de derechos sociales como salud, vivienda, pensiones y educación.
Pero frente a una propuesta todavía más conservadora, los partidos de izquierda llamaron a votar "en contra".
"Yo siempre prefiero algo malo que algo pésimo", dijo este domingo la expresidenta socialista Michelle Bachelet (2006-2010/2014-2018).
Santiago, Chile | AFP | por Paulina Abramovich