Las paredes de su casa nunca fueron de color blanco puro y la luz de las habitaciones era siempre cálida. "Paleta baja, siguiendo al maestro", recuerda Eduardo Alvariza, en referencia a la estética del célebre Taller Torres García, donde se formó su madre, Berta Luisi.
Su nombre no aparece en los libros destacados de la pintura uruguaya y hay escaso registro de su trabajo, pese a ser una artista valiosa.
Casi 15 años después de su muerte y en medio de un proceso mundial de reivindicación del arte hecho por mujeres, la Fundación Gurvich, en Montevideo, adquirió parte de la colección de Luisi e inaugura el próximo martes la primera exposición individual de la artista.
Mientras el récord en subasta de Joaquín Torres García, el artista uruguayo más conocido, es de 3,38 millones de dólares y su obra está expuesta en los mejores museos del mundo, la de Berta Luisi (Montevideo, 1924-2008) y otras discípulas de su taller es prácticamente invisible.
Aunque en los años 40 casi un tercio de los integrantes del famoso taller de Torres eran mujeres, "el canon de la pintura en Uruguay no es ajeno al canon de la política y de la mayor parte de las actividades sociales, en las que ha predominado una visión machista", sostiene el historiador de arte Gustavo Peluffo Linari.
En busca de las mujeres -En los libros sobre Joaquín Torres García se repite una foto emblemática en blanco y negro que muestra al maestro con sus alumnos, 10 mujeres y 20 varones. Todos están identificados, excepto una cuya identidad aún se ignora.
"No es casualidad que sea una mujer la que no tiene nombre", señala la curadora de la exposición, Eugenia Méndez.
Por el taller de Torres García pasaron pintores destacados en la región: Julio Alpuy, Gonzalo Fonseca, José Gurvich, Anhelo Hernández, Dumas Oroño, Antonio Pezzino, Augusto Torres...
Entre las mujeres, asistieron Elsa Andrada, Linda Kohen, Marta Morandi, Eva Olivetti y Luisi, entre otras. Con la excepción de Andrada, la mayoría apenas conocidas, y en algunos casos, con poca obra en el mercado.
"Hay una carencia de investigación de las mujeres del taller Torres García. Ellas no trascendieron", sostiene la curadora. "En algún momento de la historia, las mujeres quedaron en un lugar invisible, las estamos yendo a buscar".
Durante su investigación, Méndez documentó que Luisi llegó a participar en al menos 15 exposiciones colectivas. Sin embargo, apenas encontró información. "Los libros de la pintura uruguaya no la mencionan. Estudiarla fue una tarea dificultosa, un enorme desafío".
La curadora entrevistó a la familia y a los amigos de Luisi, estudió la colección que incluye más de 400 óleos e identificó etapas de la obra.
Catedrales y ritmos mecánicos
Berta Luisi nació y murió en el mismo barrio de Montevideo, Pocitos, en una familia de clase media.
Cuando se divorció, en 1964, se mudó a un apartamento con su hijo. Allí vivió de la pensión de su padre, dedicada a la crianza del niño y a pintar en su dormitorio.
Aquella habitación olía a pintura y a cigarrillo. Su hijo recuerda que había cuadros hasta debajo de la cama. "Era intensa, en casa pintaba hasta que la última gota de luz entraba a su cuarto y después, con luz artificial, trabajaba bocetos, tengo cientos de papeles".
Peluffo define la obra de Luisi como constructivista con "esporádicos préstamos del imaginario surrealista".
Sus pinturas tienen el aire de Torres García, la composición en cuadros, los símbolos, la paleta terrosa, a veces un poco más luminosa y colorida en los gouaches. También muestran un universo propio: catedrales y jardines de piedra, el fondo del mar, ritmos mecánicos.
"Era una intelectual, hablaba de música, cine, literatura, metafísica. Su capacidad de síntesis y la densidad conceptual definían su personalidad y su estética", afirma Marcos Torres, nieto de Torres García, que también es artista y la conoció.
Torres recuerda las visitas de Luisi y otros artistas al taller de su padre, Augusto Torres.
"Tengo imágenes de niños corriendo alrededor de las pinturas mientras se debatía de metafísica", cuenta entre risas. "No piense que eran los hombres quienes los cuidaban, esos señores andaban en la nebulosa de la estética. Eran ellas, que traían la tierra al taller".
La mayoría de las pinturas de Luisi estuvieron hasta hace poco en la casa de su hijo. El resto está disperso. "Ella tenía un casamiento y obsequiaba una pintura", cuenta Alvariza. Hay pinturas suyas en colecciones privadas en Argentina, España, Italia, Alemania, Suecia, Estados Unidos.
"A mi madre solo le interesaba la pintura (...) Siempre estuvo sumergida en su arte. No supo cómo mostrarse, pero siempre quiso hacer una exposición individual".
Fuente: Montevideo, Uruguay | AFP | por Nausicaa Palomeque