París, Francia | AFP |
La muerte súbita del lactante, que preocupa a numerosos padres, podría tener en parte un origen genético, según investigadores, que insisten no obstante en la importancia de las medidas de seguridad recomendadas a la hora de acostar a los bebés.
Un estudio estadounidense y británico sugiere un posible vínculo entre casos de muerte súbita del lactante y una mutación genética rara, que afecta al funcionamiento de los músculos respiratorios.
Los autores del estudio publicado en la revista médica The Lancet explican sin embargo que aunque se confirme dicho vínculo, para lo cual se necesitan más investigaciones, este no explicaría por sí solo la muerte de los bebés.
Por ello recuerdan la importancia de respetar las recomendaciones para evitar las muertes súbitas: acostar a los bebés sobre su espalda y evitar que duerman en la cama de los padres.
La muerte súbita del lactante es el fallecimiento brutal e inesperado de un niño menor de dos años --a menudo menor de seis meses-- para el que no se ha identificado ninguna causa.
"Nuestro estudio es el primero que vincula la muerte súbita del lactante a una debilidad de los músculos respiratorios cuya causa es genética. Se necesitarán sin embargo otras investigaciones para confirmar y entender este vínculo", indicó uno de los autores del estudio, el profesor británico Michael Hanna, citado por The Lancet.
Esa mutación del gen SCN4A es muy poco frecuente: se considera que se encuentra en menos de cinco de cada 100.000 personas. Pero los investigadores la hallaron en cuatro de los 278 niños que sufrieron una muerte súbita del lactante examinados en el marco del estudio.
Los científicos no encontraron ese gen en ninguno de los 729 adultos sanos que estudiaron a modo de comparación.
Esas mutaciones se asocian a una serie de problemas neuromusculares genéticos (miopatías, síndromes miasténicos...) y a dificultades respiratorias.
En los países desarrollados, el número de casos de muerte súbita del lactante cayeron de forma espectacular a finales de los años 1990, cuando las autoridades sanitarias recomendaron acostar a los niños sobre la espalda en lugar de ponerlos de lado o sobre el vientre.
Según cifras oficiales publicadas a primeros de enero en Estados Unidos, cerca de 3.500 bebés mueren cada año durante el sueño en ese país de 320 millones de habitantes.
En Reino Unido se calcula que unos 300 bebés fallecen cada año por este motivo, y que 250 lo hacen en Francia.