Kalasin, Tailandia | AFP | por Sally MAIRS
En la facultad de medicina, Narong Khuntikeo descubrió la causa del cáncer de hígado que acabó con la vida de sus padres: un plato de pescado del norte de Tailandia que les encantaba.
Como millones de habitantes de Isán, una región rural del noreste del reino, su familia cocinaba a menudo "Koi Pla", un plato tradicional a base de pescado crudo, jugo de limón y especias.
El plato, de gusto y olor potentes, se prepara rápidamente y no es caro, pero el pescado utilizado suele llevar consigo un parásito causante de un tipo de cáncer de hígado, el colangiocaricinoma.
Este cáncer agresivo deja 20.000 muertos cada año en Tailandia, un país que ostenta el récord mundial de esta enfermedad, muy inusual en otras partes del mundo.
Este tipo de cáncer afecta a 84 hombres de cada 100.000 en Tailandia, en comparación con 1 de cada 100.0000 en Estados Unidos. En Tailandia, la mayor parte de los enfermos son oriundos de la empobrecida región de Isán.
El parásito suele encontrarse en las aguas de la cuenca del Mekong. Una vez ingerido, el gusano puede vivir años en el hígado del individuo, sin hacerse de notar, pero causando una inflamación del hígado que muy a menudo degenera en cáncer.
"Es un grave problema sanitario aquí [...] Afecta a las familias, pero también al desarrollo socioeconómico", explica el doctor Narong Khuntikeo, cuya tragedia familiar le llevó a especializarse en cirugía del hígado.
"Pero nadie es consciente de ello, así que la gente muere en silencio, como hojas muertas que caen de los árboles", lamenta este médico de la universidad de Khon Khaen, cansado de ver que los habitantes, muchos de ellos arroceros con poca formación, solo acuden a la consulta cuando la enfermedad está ya en fase terminal.
Campaña de prevención
Junto con colegas médicos y científicos, Narong Khuntikeo recorre los pueblos de Isán para advertir a la población contra el consumo de este plato.
Pero cambiar los hábitos alimentarios de esta región, cuya gastronomía está en gran parte basada en este tipo de guisos a base de pescados fermentados y de especias, no es fácil.
Unos dicen la cocción altera el gusto del plato, mientras que otros echan mano del precepto budista que dice que uno tiene que resignarse a su destino y que si tiene que morir de un cáncer de hígado, de poco sirve tratar de evitarlo.
"No puedo aceptar esta respuesta", lamenta el médico.
Sin embargo, el mensaje cala en algunos. Entre ellos, Boonliang Konghakot, un agricultor de la región que hierve el pescado desde que los médicos le explicaron que eso mataba al parásito.
"Antes, atrapaba al pescado en el estanque [...] Además, era muy fácil comer pescado crudo", comenta, cerca de un embalse excavado entre los arrozales.
Desde el año pasado, se realizan análisis para detectar el cáncer, pues las autoridades de Tailandia han hecho de este problema una prioridad nacional.
La universidad de Kohn Kaen, la principal ciudad estudiantil de Isán, ha puesto en marcha un programa que organiza análisis en los pueblos de la región para evitar que los pacientes lleguen demasiado tarde a los servicios de cancerología.
"Nunca me han examinado de esto hasta ahora. Creo que estaré infectado porque he comido [Koi Pla] desde que era pequeño", dice Thanin Wongseeda, un granjero de 48 años, mientras espera su turno para una consulta gratuita en la provincia de Kalasin.
De los 500 habitantes examinados ese día, un tercio presentaba problemas de hígado y cuatro de ellos probablemente tenían cáncer.
Thanin suspira aliviado al salir de la consulta: la ecografía no ha revelado nada sospechoso. "No comeré más pescado crudo", asegura.
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