La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) se ha consolidado como una de las principales amenazas para la salud mundial, ocupando la cuarta posición entre las causas de muerte a nivel global.
En 2021, esta enfermedad fue responsable de 3,5 millones de fallecimientos, lo que equivale a aproximadamente el 5% de todas las muertes ocurridas en ese año. La situación es alarmante, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos, donde se registra el 90% de las muertes por EPOC en personas menores de 70 años.
El término EPOC abarca condiciones como el enfisema y la bronquitis crónica, y se caracteriza por la obstrucción del flujo aéreo, lo que genera dificultades respiratorias y otros síntomas como tos persistente, sibilancias y fatiga. La exposición al tabaco es el principal factor de riesgo en naciones con mayores recursos, representando más del 70% de los casos, mientras que en países en vías de desarrollo, la contaminación del aire en espacios cerrados se ha revelado como un riesgo significativo, contribuyendo entre un 30% y un 40% de los casos.
El diagnóstico de la EPOC se basa en la identificación de sus síntomas, que suelen aparecer a partir de la mediana edad. Sin embargo, la enfermedad puede agravarse con el tiempo, dificultando el desempeño de actividades cotidianas. Además, quienes la padecen tienen un riesgo elevado de desarrollar otras complicaciones de salud, incluyendo infecciones respiratorias, enfermedades cardíacas y trastornos de salud mental como depresión y ansiedad.
A pesar de que no existe una cura definitiva para la EPOC, la calidad de vida de los pacientes puede mejorar notablemente si se adoptan ciertas medidas. Abandonar el tabaquismo, evitar la exposición a contaminantes y recibir tratamientos adecuados, como medicamentos broncodilatadores y rehabilitación pulmonar, son pasos cruciales para manejar la enfermedad. La terapia con oxígeno también es vital para quienes se encuentran en etapas avanzadas de la enfermedad.
Fuente: OMS