Pequeños grupos de aficionados extranjeros ya se divisan en la cornisa y en los vagones de metro del pequeño emirato: la fiebre del Mundial ha comenzado a subir lentamente, pero con pasos firmes, este domingo en Doha, antes del partido de inauguración entre Catar, país organizador, y Ecuador.
A pocas horas del debut de uno de los eventos futbolísticos más importantes del planeta, el primero que se disputa en un país árabe musulmán, el centro de la capital catarí siente cómo se calienta el ambiente con un aflujo de hinchas procedentes de todos los rincones del mundo.
El pequeño y riquísimo país del Golfo, de 2,9 millones de habitantes, observa cómo su cotidianidad repentinamente se ha visto trastornada por la llegada de los seguidores.
En la cornisa, el gran paseo turístico que bordea la bahía de Doha, y cerca del parque Al-Bidda, los aficionados ataviados con los colores de los equipos empiezan a hacerse oír con una mayoría de mexicanos, que portaban sus tradicionales sombreros, y argentinos.
"Es nuestra primera Copa del Mundo, no sabemos lo que nos espera. Pero la atmósfera es genial", explicó a la AFP Luis Pérez, que vive en México.
"Anoche (sábado) fuimos al festival de fans y fue divertido, un poco largo en la entrada. Pensamos que habría más gente, pero acaba de empezar. La gente aquí habla bien inglés, es bastante fácil. El transporte funciona muy bien", agregó este aficionado mexicano que aterrizó en Doha el sábado por la noche con una decena de amigos.
Para Leopold Fes, un belga de 65 años, la prohibición de la venta de alcohol en los estadios decidida el viernes, es en cambio un gran golpe.
Metro asaltado
"No creo que sea como las otras Copas del Mundo. Sin alcohol, es especial. El fútbol y el alcohol van de la mano para mucha gente", lamentó Fes.
Otra señal de que el mundial va calentando motores: la cola para comprar entradas en el principal punto de venta de West Bay no había sido tan larga desde que abrió a mediados de octubre, bajo la mirada de un cartel gigante con Cristiano Ronaldo, uno de los últimos reclamos en colocarse en los edificios de este céntrico distrito de la capital.
A las 10 de la mañana, hora local, la línea de metro que lleva al estadio Al-Bayt, escenario del partido inaugural, ya estaba bajo una enorme afluencia, sin asientos disponibles en los trenes.
Un grupo de ghaneses, la afición más alegre hasta el momento en las últimas semanas en Catar, se dirigió hacia la cornisa con la bandera de su país (roja, amarilla y verde).
En la estación de Msheireb, el punto de encuentro de las tres líneas del metro de Doha, muchos voluntarios con chaquetas azules y equipados con megáfonos orientaban a los pocos turistas que andaban un poco perdidos, sobre todo una decena de alemanes, con camisetas de la Mannschaft a sus espaldas y la tarjeta Hayya, el permiso de entrada a Catar durante el Mundial, alrededor de sus cuellos.
También se divisaban banderas y camisetas de los Países Bajos, Argentina, Croacia, Catar e, incluso, Líbano.
"Llegué hoy. Estoy muy emocionado de estar aquí y conocer a gente de todas las nacionalidades. Voy al partido, no sé dónde es, pero no me importa. Tengo boletos para todos los partidos de Ecuador. Vamos a ser campeones y hoy vamos a ganar 3-1”, aseveró Roberto Cedeño, un estudiante ecuatoriano radicado en Estados Unidos, con la elástica de su país y la bandera sobre sus hombros.
Doha, Catar | AFP | por Keyvan Naraghi